XXIII

1:10 / Publicado por Inés /

No me vendas que he de acostumbrarme a tu ausencia

Véndeme si quieres tu estrella

Tus buenas noches de septiembre, esa mirada

Véndeme una caricia, véndeme un verso;

pídeme lo que quieras

o dime que este silencio vale lo que el universo.

Véndeme tus labios para que crucen conmigo este océano

Véndeme tu risa, equipaje de mano en este viaje:

véndeme tus manos, que yo vendo las mías.

Véndeme todo lo que no esté a mi alcance,

véndeme el infinito y también lo prohibido,

Véndeme un no, véndeme un nunca más,

véndeme tu ira, véndeme ser esquiva.

Véndeme tus rutinas, véndeme tus desgarros,

véndeme tus sonrisas, véndeme tus poesías.

Véndeme tus abriles, véndeme los otoños.

No me vendas la luna (constelaciones no busco más allá de tu risa)

Véndeme lo que quieras, véndeme lo contrario

Quiéreme como el verso, que es pequeño y exacto.

Quiéreme como el cielo, que es inmenso e incierto.

Quiéreme con los años, implacables y austeros.

Quiéreme que estos sueños se facturan a peso.

Véndeme a granel el universo… ponle precio

Pero no me vendas tu ausencia,

no me vendas balances ni jugadas sin premio.

No me vendas un truco, no me vendas fantasmas,

He aprendido a esquivar los golpes, a que duelan las piernas

mientras tus puños golpean secamente el vacío…

Aunque hay una cosa que por mucho que quiera

ya no compro ni pido… y está fuera del verso

Se mantiene con hilos de la tela de araña… donde nadie llega.

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